Estudio Comunicación, y no lo estoy utilizando como carta de presentación, sino para adelantarme a que efectuéis un juicio. ¿Creéis saber ya quien soy?, ¿necesitáis apurar unas cuantas líneas más para extraer un perfil de usuario?
Vais a hacerlo. Todos lo hacemos. Algunos lo justifican con hacerle caso a los impulsos, pues son eruditos y muchas veces aciertan porque responden a un no se qué del sexto sentido. No está mal, no sois peores seres humanos por, en base a vuestra genética y lecciones aprendidas –e aprehendidas en vuestro subconsciente– analizar y estimar una descripción.
¿Cuál es el verdadero fallo? Obviar que cada ser es un ente único e irrepetible.Sí, pertenecemos a una misma especie y sí, gran parte de nuestros comportamientos quedan determinados biológicamente, pero no, aunque creamos conocer a las personas, en realidad solo extrapolamos pautas de comportamiento. Creemos que actúan, han actuado y actuarán conforme a una moral que nosotros compartimos con ellos. Solemos obviar datos sociodemográficos o personales y en esa atmósfera de legitimidad vivimos en paz hasta que alguien la quebranta. Entonces llegan los desengaños, y las decepciones, en el exacto momento en que entendemos que la oración se lee en la dirección en la que fuimos guiados, y que no es la misma, ni es universalizable. A veces, estamos más lejos de personas que tenemos a centímetros de lo que podríamos llegar a entender en esta vida que nos ha criado en verbos como compartir, pero sin respetar las diferencias.
Esa es la primera premisa que expongo aquí, también consejo, no hagáis juicios de comportamiento y limitaros a satisfacer vuestra consciencia con actos que no tengan en cuenta el plural de la gramática.
Volviendo al principio, sí, estudio Comunicación y no, las noticias no me resultan agradables.
Llamadlo empatía, que a pesar de los años no es capaz de anestesiarse, ni curarse. No puedo ver mientras almuerzo una serie de acontecimientos que no deberían ser ubicuos en ninguna mesa, mientras callamos y atendemos. ¿Celebramos qué?, ¿el banquete por cuál de ellas está motivado?, ¿nos acabará dando hambre ver a niños muriéndose de ella? ¿Babearemos como perros de Pavlov’s?
Diez minutos, en diez minutos he escuchado que aumentan las cifras de violencia de género (cada vez en edades más tempranas), violencia de padres a hijos, violencia y esclavitud sexual, violencia doméstica y violencia en los colegios. Le ponen apellidos pero la raíz sigue siendo la misma. Ahí está, vemos muchos obstáculos y frentes cuando en realidad hay una simpleza remitente que vuelve con fuerza, y violencia.
¿Debemos entonces, conforme a los juicios de los que hablamos antes, sentenciar a esta sociedad de la que todos y cada uno somos un eslabón? ¿Mejor sería pensar que no somos como ellos y no formamos parte de el proceso cruento de destrucción que haya acogida en complejos, debilidad e inseguridades?
Me resultaría considerablemente egoísta vivir conforme a una máxima de limitarme a vivir feliz, en la ignorancia, obviando los problemas de la gente. Qué hedonista, qué utópico, qué ridículo intentar escindirnos de quienes nos dicen que estamos destinados a ser, acatando roles, sometiéndonos a un destino. Un destino –sin entrar a valorar su justicia– caprichoso, en el cual estrellamos todo el infortunio cuando después viene acompañado de un final algo más amigable. “El destino estaba preparando algo mejor”, “tranquila, salió mal porque no era tu destino”. ¿Tanta fuerza tiene ese poder como para limitarnos y determinar nuestras vidas?, ¿o es de nuevo solo una excusa más que subyace a nuestra cobardía? La misma que no toma decisiones, que las toma mal y se equivoca, la que no se arriesga o se queda a mitad de camino.
Voy a criticar –con ánimo de poder cambiar– una sola cosa más, el “como es lógico”. Ese que se utiliza recurrentemente como muletilla. Qué es lógico. ¿Lo es para tu razón y la mía a la vez? ¿Quién lo dictamina? ¿Cómo es de grande la falsa seguridad que os transmite?, ¿la que parecéis necesitar respirar con todos los motivos que impulsan a vuestras acciones?
Hasta aquí el desahogo de hoy, que a veces el yugo aprieta y empieza a ahogar. Porque yo solo quiero que la gente viva conforme a lo que ellos consideran correcto –siempre que no interfieran o hagan daño al otro (como diría Locke)–. Porque lo que es lógico para unos, es completamente disparatado, inconsecuente o irracional para otros tantos. Porque ahí se encuentra la verdadera naturaleza de quienes somos, en la dicotomía, en los dos caminos alternativos y susceptibles de ser tomados. Por eso no se han de juzgar nunca las razones de las personas. A veces terrenales, otras meditadas, impulsivas, ambiciosas, justas o prudentes. Sustituid todo aquello que no dependa de vosotros mismos y ceda más poder en vuestra vida a fuerzas inexactas como el destino. Sed quienes queréis llegar a ser, convertiros en ello aunque para ello tengáis la verdadera osadía y rebeldía de responder a lo que verdaderamente os hace felices a vosotros mismos.