La primavera es…¿él o ella?

Ha llegado la primavera y quería escribir hoy que la primavera además de una estación, a veces son personas.

Hay personas que son invierno y te dejan heladas, cuando se van y cuando están. Siempre hay algo que no consigues entender y como el agua y el frío te quedas congelado e inmóvil en unos sentimientos que apenas puedes manejar al no sentirte las manos.

Hay personas que son otoño, que te desvisten como un árbol con un poco de tiempo y un hombro que te dan para apoyarte. Personas tranquilas de consejos lluviosos, de los que empapan y se te quedan ciñéndote la ropa de otra manera. 

Hay personas que son verano, que levantan el castigo, los horarios y las responsabilidades. Personas que soplan todas las nubes y te invitan a salir a reír al sol. Reír tanto que se te olvidan otros días, y las demás estaciones. 

Y hay también personas que son primavera.

La primavera le roba el miedo al invierno, tan despacio como aprender a ir en bici sin ruedines. Trae el sol y la luz que a veces olvidabas en lunas a las siete de la tarde. 

La primavera saca la ropa de color de tu armario y desplaza la negra a los últimos estantes. ¿Somos lo que mostramos? Desde luego, lo que mostramos afecta a lo que somos.

La primavera hace florecer los jacintos, los lirios, las amapolas de parques, balcones, colegios, azoteas. Despierta con vida todo lo que dormía. Y como perros que huelen su comida, movemos inconscientes el rabo en la mezcla de aromas. 

La primavera es algo tan divertido como la nata y las fresas. Habiendo aquí dos tipologías de personas, la de mucha nata y pocas fresas y al revés. La nata es para ambos, un guilty pleasure  de la primavera que nos hace relamernos. 

Todos tenéis personas primavera, una estación no polarizada en la que podrías quedarte tres más. Algo que se aleja del agobio de los abrigos y del sudor de ventilador. 

No hay nadie “aestacional”, pero sí que hay estaciones que en ocasiones se apoderan de nuestros años.

Status quo es que la primavera acaba con el invierno.

Saca todos los muebles del desván, pone unas plantas y unas sábanas.

Y levanta las persianas terminando con la oscuridad.

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