Me lo dijo el último lunes de enero

Llevo un tiempo sin aparecer por aquí, pero hoy traigo el saco lleno de ganas, unas ganas que espero actúen de inhibidor contra cualquier cosa que os frene y como motor de todo lo que eleve vuestra potencia.
Tengo 20 años, puedo saber poco de la vida, pero mucho de sentirla. Andando por el mismo camino que lleva siempre de vuelta a casa encontré a personas de todo tipo, con casas, manías y ropas de todo de tipo. Encontré situaciones de todo tipo, y respuestas para ellas de todo tipo también. Un «todo tipo» en los que de alguna manera sí sabía lo que no cabía. No cabía enfrentar la realidad con odio, intolerancia, falta de respeto. No cabía la doble moral, ni cabía cualquier cosa que tratara los demás como no me gustaría que lo hicieran conmigo, y no por el triste egoísmo de verme desplazada, sino por no poder dormir con sueños limpios si en ellos están el rechazo a plantas que no he podido nunca sembrar.
Al final me pasa que me enredo en simbolismos y solo acabo yo entendiendo el mensaje que quiero dejaros. Pero seré explícita y acuñaré esa frase tan bonita y anónima que dice que como tratemos al mundo nos tratará el. Seamos felices con lo que podamos, que la vida es bien breve y se escapa en el frenesí esporádico en el que late el corazón y te pide que seas mejor persona con todo lo que te rodea. Apoyad todo lo que os deje ser vosotros mismos, y luchad por lo que creéis aunque tengáis delante cien ejércitos, porque os puedo asegurar que confort viene de la mano del arrepentimiento y que apostar siempre es la respuesta. No es fácil, nada es fácil, pero no merece la pena mirar atrás y sostener que no lo hiciste, que no te permitiste el lujo de arriesgar por ti mismo. Nada puede justificar eso, y a todo hay que ponerle tesón para que la caligrafía sea buena. 
Hoy las metáforas que he dejado invitan a beber pero no sé si se visten con fuerza, aún así solo buscan que os respetéis y admiréis por lo que sois y os esforcéis por serlo. Que no todo es tan oscuro y siempre hay luz en miradas de personas que te acompañarán y remarán contigo cualquiera que sea el océano o la meta. La vida es un ciclo de acciones eternas, todo lo que das recibes, y todo has de vivirlo como si fuese un bucle eterno. Con magia, honestidad, transparencia y amor. 
Llevad pues capa, espada y montura para defender vuestras creencias e ideales en esta vida tan intermitente. No os olvidéis nunca de, asimismo, dar la mano a cualquier desconocido que la necesite y decirle que sí puede escalar la montaña, que nada está en suficiente altura si es lo que quiere de verdad. Y que lo va a conseguir. Porque lo conseguirá y se (te) agradecerá de por vida el haber respirado, y no para sobrevivir. 
Hay muchas maneras de discernir que estás en vigilia y no en sueño, paradójicamente a veces coinciden, y cuando tú vida es de ensueño, entonces sabes que estás viviendo. 

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